lunes, 30 de marzo de 2015

Sin compañía en la ducha


El peor día de la semana para Silvia era el miércoles. Cada semana tenía que arreglárselas para terminar su actividad en educación física y esperar hasta que las duchas colectivas se vaciaran para poder ducharse en soledad. Su profesor le obligaba a ducharse aunque sintiera que se ahogaba de la ansiedad que le producía pensarlo. Buscaba excusas…y las excusas minaban sus rutinas diarias. Un día era la laringitis que se inventaba la que no le permitía ducharse…otro día se las apañaba para salir antes porque tenía que acudir a cualquier lugar…todo para no tener que desnudarse ante los ojos de los demás. A veces conseguía escapar de tener que pasar un mal rato…otras se metía en el lavavo esperando a que los demás terminaran para poder entrar en aquella sala de las torturas…la ducha…sin compañía, sin que nadie pudiera observarla.

Desde el exterior se juzgaba su comportamiento. Su profesor la reñía constantemente, le repetía que los hábitos de higiene después de practicar ejercicio físico eran una obligación y que si seguía "contando historias para escaquearse" le suspendería la asignatura y llamaría a sus padres. Sus compañeros la interrogaban…le preguntaban que "por qué no se duchaba nunca con ellos"…lo que no recordaban era que de vez en cuando le recordaban que estaba un poco regordeta, incluso se habían mofado de ella llamándole ballena…no podían siquiera imaginar el dolor que esto le producía. Su cuerpo estaba sufriendo cambios tremendos, acumulaba grasa y se veía fea ante el espejo que ella quería romper en mil pedazos. Sus compañeras no habían comenzado aún a desarrollarse…pero ella..ella no podía frenar que sus caderas se ensancharan, sus muslos engordaran y su trasero y pechos se hicieran cada vez más grandes. Por eso no quería que nadie la mirara. ¿Era tan difícil de entender lo que le sucedía? Nadie la comprendía y con todo lo que padecía…aún recibía amenazas de que suspendería la asignatura de gimnasia, y lo que era peor…las burlas le clavaban puñales por todo el cuerpo…produciéndole pinzamientos que jamás antes había conocido.

Sus desajustes estéticos le producían una inseguridad emocional que no podía frenar y se había convertido en una chica con mal humor. Apenas podía sonreír…mucho menos reir a carcajadas como lo había hecho meses atrás en compañía de sus "amigas". Le habían invadido los complejos…su cuerpo era el mejor caldo de cultivo para que ellos se cocinaran lentamente…mientras iban anulando su personalidad, antes alegre y simpática. Ahora le daba vergüenza TODO…y su vergüenza en realidad era el temor a ser rechazada. Estaba sumida en un círculo vicioso…mentía para ocultar su realidad…ocultaba su problema y aquello no hacía más que alejarla de su entorno social…su mecanismo de defensa funcionaba como un imán que aún atraía más problemas a su vida y sus problemas con el entorno aumentaban cada día.

Sus padres no hacían más que repetirle que el físico no era lo más importante…¡pero no eran ellos quienes tenían que pelear todos los días con aquel cuerpo horrible que le hacía recordar lo repugnante que se veía! Tenía que buscarse la vida a diario para tapar todo aquello que no quería mostrar y se daba asco a sí misma. Ya había comenzado a sobredimensionar sus complejos y la visión que tenía de sí misma la atormentaba hasta el punto de querer desaparecer de la faz de la tierra. Por eso esperaba sigilosamente el momento en que podía ducharse en soledad, cuando en realidad deseaba no tener que hacerlo. Odiaba a su profesor, a sus compañeros, a sus padres y lo que era terrible…se odiaba a sí misma.

Se pellizcaba todos los días para comprobar que lo que estaba viviendo era real, pero al ver que sentía el dolor del pellizco…se percataba de que que estaba viviendo aquella tortura de verdad. Lo único que deseaba era parecerse a sus compañeras. ¿Por qué era tan diferente? Quería ser bella, quería ser seductora y lo que en realidad poseía era un cuerpo deformado. Había obedecido a sus complejos y estaba dispuesta a hacer lo que fuera para cambiar su situación...porque se negaba a formar ni siquiera parte de la media, no quería ser normal, quería ser perfecta.

Así fue como dejó de comer…y si lo hacía terminaba volcada en el inodoro para explusar de su cuerpo lo que le impedía conseguir su objetivo. Nadie comprendió como meses después terminó ingresada en un centro psiquiátrico. Aquel profesor, aquellos compañeros, la comunidad educativa al completo y aquellos padres destrozados…boquiabiertos, estupefactos, debatían los porqués de aquel triste final…

…mientras tanto ella se abrazaba al vacío, ya que nadie había conseguido abrazarla antes. Puede que ni ella misma dejara abrazarse. Los abrazos hubieran podido vencer sus miedos.

Y os preguntaréis qué tipo de abrazo hubiera podido ganar la batalla…Yo también me lo pregunto…Lo que sé es que los complejos nos restan seguridad y personalidad. Para poder vencerlos debemos enfrentarlossi bien es cierto que nunca está de sobra que nos eduque para ello…desde casa y desde la escuela.

El denominador común de todos los complejos es la desvalorización…y así, volcamos el ideal que fabricamos sobre cómo quisiéramos ser y perdemos en la aceptación de cómo somos en realidad. Es un sentimiento de inferioridad adquirido al vivir quizás demasiado pendientes del mundo que nos rodea, del qué dirán, ese sentimiento de inferioridad que crece con el miedo, que se nutre de la insatisfacción.

Al fin y al cabo…la belleza del alma es la belleza del talento…es ahi donde debemos incidir con más ímpetu…en hacer que nuestros niños se sientan desarrollados plenamente por dentro. Respecto a los abrazos que podemos proporcionarles, los hay de varios tipos…Os propongo que los abracemos…quiero compartir una lista de abrazos muy especial…que podría funcionar si perseveramos en ella desde la más tierna infancia.

Un abrazo llamado ALABAR…porque hay más valores además del estético. Todos tenemos fortalezas y debilidades. Ayudemos a nuestros niños a potenciar sus fortalezas y a trabajar sus debilidades para convertirlas en fortalezas. Resaltar todas aquellas cosas maravillosas que poseen es uno de los mejores abrazos que les podemos dar. Debemos reconocer, apreciar y valorar nuestras cualidades de forma realista. Hay personas que poseen cualidades que no saben apreciar, mientras otras valoran las pocas que tienen. Tendremos una buena autoestima cuando vivamos a gusto con los talentos que poseemos. Nada de dejar en evidencia a nuestros hijos ante los demás…ALABAR y ALABAR, sin dejar de corregir desde una perspectiva constructiva.

Otro abrazo llamado IMPERFECTOS… porque la perfección no existe. ¡Qué horrible sería ser perfecto! Yo se lo repito constantemente a mis alumnos…que ni soy perfecta, ni quisiera serlo…¿Y si además buscamos belleza en las imperfecciones? Aceptar nuestras imperfecciones no quiere decir que tengamos que renunciar a mejorar nuestros defectos en la medida de lo posible, el tema es hacerlo con serenidad.

El siguiente abrazo que se llama SEGURIDAD…debemos educar a los niños para que refuercen su posición ante cualquiera y defiendan su punto de vista con respeto, aunque difiera del punto de vista de los demás.

El abrazo TOLERANCIA…porque no todo es cómo quisiéramos que fuera, para ninguno de nosotros...ni nuestro cuerpo ni muchas otras cosas en la vida. Eduquemos a los niños en la tolerancia a la frustración porque eso los hará sentirse mucho más seguros.

El abrazo EDICIÓN LIMITADA…"sentirnos diferentes" de los demás no es ni mucho menos negativo…y es que somos edición limitada…únicos y geniales. Os aconsejo que si tenéis niños pequeños les contéis el cuento de Elmer. Las diferencias muchas veces pueden transformarse en ventajas. Debemos ayudarles para que puedan sacar beneficio de lo que los hace diferentes.

El abrazo llamado NATURALIDAD…porque tener ciertos complejos es normal, forman parte del juego de la vida, y será natural que los tengamos si no llegan a perturbar nuestro comportamiento. Hablarles a los niños de complejos que hayamos podido tener es bueno para que vean que nadie está libre de haberse topado con ellos.  

El abrazo HUMOR…porque puede que si nosotros no damos importancia a los complejos y nos reímos de ellos, los demás tampoco lo harán. Soy consciente de la dificultad de este último abrazo, no obstante, no hay que dejar de intentarlo.

El abrazo AMOR…que tanto bien nos hace…y que tantas dolencias cura.

Por cierto...Silvia pudo curarse

...aprendió a apreciarse en su conjunto y dejó de verse como un objeto que debía ser retocado. Poco a poco comenzó a llevar una vida normal y darse una nueva oportunidad para verse como persona y tener una buena opinión sobre sí misma. Se hizo en definitiva amiga de zonas que consideraba negativas, de cosas que le molestaban. Dejó de abrazar el vacío…para abrazar la VIDA.


Abraza y deja que te abracen…porque un abrazo en el momento indicado NO TIENE PRECIO.


2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo. Recuerdo cierto dia en que me dio un abrazo alguien que no me simpatizaba y como parte de una dinamica de taller, pero que bien me produjo... Simple y sencillamente, lo necesitaba...

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    1. ¡Qué bueno Mario! Imagina si el abrazo de alguien que no te simpatizaba te hizo bien, lo enormemente buen que puede ser recibir un abrazo de alguien que te agrada. Todos necesitamos ser abrazados, bien sea físicamente o emocionalmente. Dicen que para estar perfectos deberíamos recibir unos doce abrazos al día. Deberíamos de utilizar más tiempo en abrazar y dejar abrazarnos que en otras cosas que no nos producen beneficios, ¿no te parece? Muchas gracias por tu visita, encantada de tenerte aquí. Y ¡ojalá te llenen de abrazos siempre! ¡Feliz tarde y semana Mario!

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