Lloré mucho aquella noche, quizá también las siguientes, pero aquella en especial en la que no pude cerrar mis ojos, me sentí impotente. ¿Por qué había esperado tanto a contármelo? ¿Por qué lo había tolerado? ¿Por qué nadie había dicho nada? MIEDO, el mejor anestésico del mundo se llama MIEDO.
Gracias a la intervención del centro se pudo solucionar el problema. Se establecieron una serie de acuerdos y no volvió a suceder. Pero algo me llevo al teléfono un día y marcar el número de la familia de Lucas. Hablé con su madre, destrozada y dolida por la situación, me pidió perdón…Yo ya lo había perdonado…No sentía rencor…Sentí que además de mi hijo, Lucas era otra víctima, algo sucedía en su interior…Su estado afectivo estaba trastocado y necesitaba ayuda. En aquel momento compartimos COMPASIÓN, conectamos con la pasión, con el dolor que ambas sentíamos. Aquello fue la clave para sostener la pena, condenar el hecho pero no a la persona. COMPASIÓN, para entender que detrás de la ira o el resentimiento, no hay otra cosa que el MIEDO y la TRISTEZA.
Años atrás, volvía a mi aula a buscar unos cuadernos que había dejado olvidados encima de la mesa. Las aulas debían estar vacías, porque era la hora del recreo, hora en la que los alumnos debían estar jugando en el patio. Siempre digo que las casualidades no existen. Aquel día me toco escuchar y además ver…cómo tres alumnos tenían contra la pared a un cuarto y le obligaban a repetir la frase “Me llamo amorfo”. Sé que aquel niño que después de se hizo mayor, sufrió una tortura larga, hasta que se consiguió erradicar cualquier tipo de intimidación o violencia. En este caso, las familias de los supuestos agresores no supieron o pudieron sentir COMPASIÓN, ni decidieron COMPROMETERSE a hacer lo que no les resultaba demasiado cómodo, ni agradable de hacer, aunque siempre creí que aquellas familias sabían muy bien lo que significa ser correcto. Hace falta mucha HUMILDAD para entender que no pasa nada por admitir errores, que nada sucede por pedir ayuda o perdón; justo sucede lo contrario. Siendo HUMILDES estamos en tesitura de poder ver que nuestra visión no es la única, que existen otras visiones…y que es necesario abrirse a para explorar diferentes alternativas de consenso la búsqueda de la VERDAD, esa que nos libera.
No hace muchos años, tras mi experiencia como madre, recibí la llamada de una amiga, solicitando mi ayuda como docente…Tenía la seria sospecha de que su hijo estaba padeciendo lo que todos tememos…el #BULLYING, un fenómeno que se caracteriza como una situación de violencia mantenida, mental o física, guiada por uno o varios individuos y dirigida contra otro que no es capaz de defenderse así mismo, y tiene como espectadores al resto de los componentes de la clase que asiste pasivamente al espectáculo de agresión que se puede desarrollar en el ámbito escolar y seguir fuera de él. Su relato me estremeció. En mi equipaje ya llevaba dos experiencias que habían dejado una cicatriz en mi, y ella la abrió otra vez. Su hijo tuvo que cambiar de centro escolar porque hasta los padres de los que se comportaban “violentamente” expresaron su indiferencia ante los hechos con un “Que cada muerto aguante su vela”. INDIFERENCIA, INDIVIDUALIDAD, FALTA DE EMPATÍA, DESCONOCIMIENTO DE LA PALABRA COMPARTIR, que no es más que transmitir el mensaje de que TÚ y TU bienestar son una prioridad para mi, y por eso estoy dispuesto a hacer lo que no me agrada para acompañarte cuando tú lo necesitas.
Todo se reduce a hacer una simple REFLEXIÓN, conectar con el COMPRENDER. No dejar pasar por alto lo que puede ser evidente, y si no lo es tanto tenemos la responsabilidad de descubrirlo, aunque nos duela. Todos tenemos algo que decir ante situaciones de semejante talante, a todos nos puede suceder y de la misma manera todos podemos colaborar.
Siempre es mejor prevenir que curar. Nadie espera ver fracasar a otros para organizar una intervención. Una prevención eficaz necesita ser concebida como un plan integral de mejora de la CONVIVENCIA en el que se implique toda la comunidad educativa. Desde la escuela es nuestra obligación como docentes crear un clima en las aulas en las que podamos favorecer el aprendizaje cooperativo de las habilidades sociales. Debemos hablar del tema, sin dramatizar, sin asustar, sino desde transmitir CONFIANZA, para que tanto “víctimas”, como “espectadores”, dos de los vértices de este triángulo de las Bermudas cuyo tercer vértice serían los “agresores”, ROMPAN EL SILENCIO y busquen el diálogo de un adulto que pueda hacer una intervención inteligente con una gran dosis de educación emocional. Es por esto que, la COMUNICACIÓN EFICAZ Y CONTINUA con nuestros menores es imprescindible, junto a la observación de las conductas de nuestros niños y niñas. El CONOCIMIENTO de nuestro alumnado se convierte en herramienta imprescindible para trabajar desde un punto de vista emocional.
Desde casa, mucha observación y diálogo…los mejores termómetros para detectar la temperatura de las conductas de nuestros hijos e hijas. Repito que la mejor intervención es la PREVENCIÓN y no hay mejor prevención que un estilo educativo recreado que integre las NORMAS con el DIÁLOGO y la AUTONOMÍA. Añadimos a todos esto el AMOR INCONDICIONAL, LA ACEPTACIÓN DE LOS PROBLEMAS, LA CONSTANCIA EN LA CONTENCIÓN DE CONDUCTAS, TOLERANCIA Y EXIGENCIA AL MISMO TIEMPO, PACIENCIA, SENTIDO DEL HUMOR, EDUCACIÓN POR Y PARA EL RESPETO Y...
UN MODELO DE CONDUCTA REFLEXIVA QUE NUESTROS MENORES PUEDAN IMITAR. RECORDAR SIEMPRE QUE ES EL EJEMPLO LO QUE ARRASTRA.
¿QUERÉIS UN POCO DE CALOR? PUES CREO QUE...
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ResponderEliminarFantástico post Anaje, gracias por compartirlo y por trabajar activamente en la #educación y la erradicación de conductas tan deplorables como las que nos relatas.
ResponderEliminarAplaudo tu labor y las enseñanzas que transmites.
Gracias por todo ello. #CambiemosElMundo!
Un abrazo
Gracias Esther. El tema #educación me apasiona, lo vivo a flor de piel, como ser humano, madre y docente. Cambiemos el mundo que sólo debemos creer para crear. Abrazo grande grande.
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