lunes, 18 de mayo de 2015

EN ALGÚN LUGAR…FRÍO


A TODOS aquellos que han pasado por momentos de angustia en algún despacho de un psicólogo…deseando y temiendo al mismo tiempo consultar qué es lo que sucedía con su hijo. A TODOS los que hayan descubierto en su niño…un pequeño rodeado de una sombra de silencio, sumido aparentemente en una profunda soledad,…y lo hayan llevado de la mano a alguna consulta en la que algún experto pudiera confirmar sus sospechas…a TODOS los que rodeados por el miedo en alguna sala de espera, han tenido que recibir una noticia que jamás quisieron escuchar, pero que al mismo tiempo necesitaban conocer…para poder entender las incógnitas que rodeaban a su pequeña criatura…con un comportamiento que no podían comprender…a todos los que escucharon aquel fatídico día…“SU HIJO ES AUTISTA” y...

...a TODOS los demás…que estamos invitados a conocer ese complejo mundo que tanto nos cuesta comprender, para poder ayudar y apoyar a estos niños cuyas miradas a veces no tienen visión, que perciben el mundo de manera caótica e impredecible, que interrumpen la linea comunicativa y parece que se hubieran marchado y están EN ALGÚN LUGAR…al que no se puede acceder...

...Y a ELLOS en especial…que necesitan nuestro acercamiento a su mundo particular.

A TODOS, quiero contaros lo que sentí y percibí cuando entré por vez primera al aula de un grupo de niños de tres años, dónde convivía Berto…que me enseñó tantas cosas, que me motivó a empaparme de libros que tratan sobre su problema y al que debo agradecer que me enseñara...que él es un PENSADOR Y APRENDIZ VISUAL y necesita imágenes para comprender y asimilar mejor aquello que tratamos de enseñarle. He aprendido que conocer su comportamiento no es sinónimo de comprenderlo y que es difícil explicar a los demás las razones de por qué se comporta como lo hace…harto difícil si hay que explicárselo a sus compañeros…aún tan pequeños que ven la conducta de Berto contradictoria a las pautas de conducta que su maestra ha tratado de enseñarles a ellos mismos durante tanto tiempo.


Berto se incorporó al colegio a mediados de curso, cuando parecía que la clase estaba dominada en lo que a disciplina se refiere. Quienes somos padres y madres o docentes, sabemos de las dificultades de un niño pequeño de permanecer sentado mucho tiempo realizando la misma actividad. Los más pequeños precisan de actividades cortas y muy atractivas si no queremos que “se vayan con la música a otra parte”. Su poder de desconexión si algo no les atrae lo suficiente es enorme y no saben disimular su descontento cuando algo no les satisface, por lo que nos obliga a diseñar actividades de su interés para poder retenerlos con nosotros. Por eso siempre pienso que los profesionales que trabajan con niños pequeños son una especie de “flautistas de Hamelín” que deben sacar su flauta mágica y lograr que los niños se sientan embaucados por la melodía que esta produce. Cuando la flauta toca la canción de “vamos con el cuento” es fácil que los niños sigan la llamada de la música y bailen a su ritmo, ya que ellos tienen una pre-disposición positiva a que les contemos historias…pero cuando la flauta canta “vamos a sentarnos” para realizar una actividad y "vamos a estarnos quietos durante un rato"...es un poco más complicado. En situaciones cotidianas del aula no es extraño que se levanten constantemente y desconecten de la actividad si encuentran algo más divertido para entretener sus mentes.

Berto parece no escuchar la melodía de la flauta mágica y eso es algo que sus compañeros no entienden muy bien. Ellos han aprendido de alguna manera que deben bailar al son de la música que toca su profesora en momentos que no son de libre juego y miran perplejos cómo Berto hace caso omiso de cualquier instrucción que se le pueda dar. Para ellos es como si su compañero hiciera lo que le da la gana. Se preguntan el por qué está extraño y ausente, el por qué ni siquiera se interesa por ellos mismos.

Berto usa los juguetes a su manera, una manera más bien extraña para los que le rodeamos…a veces los mira y se interesa un rato por ellos y otras simplemente los ignora…a veces los lanza a cualquier lugar y otras…los retiene con sus pequeñas manitas…a veces los chupa o los muerde y otras…los ordena siguiendo su criterio personal.

Berto no habla, ni siquiera responde cuando se le llama...no parece atender a ningún estímulo verbal…a veces balbucea y otras veces grita…o llora…o rompe el silencio chillando...como si estuviera enfadado por algo que no puede expresar. Se queja cuando sucede cualquier cosa que no le agrada y se tira al suelo…Otras veces se tapa los oídos como si no quisiera escuchar lo que sucede a su alrededor.

Berto da vueltas por toda la clase sin parar y cada vez que ve una puerta abierta se lanza al espacio exterior como queriendo escapar…por eso no se le puede perder de vista, pero él no nos mira…parece que no nos ve o nos traspasa con su mirada perdida, parece como si no le interesara nuestra presencia. No sabemos si cuando desea cruzar la puerta quiere llegar a algún lugar concreto o si quiere provocar un juego para que le persigamos. El hecho es que no tiene ninguna conciencia del peligro.

Berto no controla sus esfínteres, por lo que sigue llevando su pañal y cuando le acompañamos al baño a veces expresa su malestar…Por eso debemos esperar el momento adecuado para su visita al inodoro, mantener la calma, asegurar un entorno tranquilo y agradable y emplear tarjetas con apoyos visuales claros y fáciles de entender…acompañados de un lenguaje sencillo.

Berto no se ha quedado en el comedor de la escuela todavía…pero su madre nos cuenta que le cuesta mucho probar comidas nuevas y a veces toca y huele los alimentos…si no es que se levanta con los cubiertos en mano para huir a cualquier otro lugar que no sea la mesa. En las horas de recreo y juego, puede comer cualquier cosa sin discriminar entre lo que es comestible y lo que no lo es…por lo que debemos vigilar para que no introduzca en su boca cualquier elemento que le pueda dañar.

Berto tiene miedos y fobias, que a simple vista parecen irracionales o carentes de sentido…como a ciertos dibujos animados que hacen que cierre sus ojitos y se pueda golpear a sí mismo hasta que la televisión deje de emitirlos.

Berto es capaz de vaciar la mesa de la maestra de un manotazo y tirar todos los objetos que se apoyan en ella al suelo…puede que le guste el sonido que provocan estos objetos al caer o puede que no encuentre otra manera de mostrar su enfado o frustración…quizás hasta puede que reclame la atención de los adultos, aunque él no los atienda.

Parece que Berto juega porque le divierte hacerlo, parece que le gustan mucho aquellos juegos en los que le damos vueltas, hacemos el caballito o le hacemos cosquillas mientras le cantamos un rato. Es verdad que sí que nos muestra lo que le gusta y lo que no…por lo que nos ha enseñado a que no podemos imponerle ningún juego, sino que debemos ayudarle a adaptarse a nuevos objetos y materiales que pueda manipular.

Él no rechaza nunca la mano amiga que lo lleva a diferentes espacios…ni rechaza que lo cojan en brazos y lo acaricien…cualquier cosa puede llamar entonces su atención cuando tiene enfrente un rostro que lo mira con amor…desde el pelo a unos pendientes de colores que puede que en ese preciso instante llamen su atención.

Pero…lo que Berto nos regala no tiene precio. Nos ayuda a aprender ciertos trucos para acercarnos a él…como...mirarle a los ojos y hablarle, como darle la mano para ayudarle a caminar…ya que sus piernas presentan dificultades a veces para avanzar. Nos ayuda a pensar cómo podemos explicarle con detenimiento y con dibujos la manera en la que puede utilizar diferentes juguetes y objetos de la clase, y nos ayuda también a comprender que cualquier cambio en su rutina le provoca miedo e inseguridad. Con él aprendemos que…insistiendo con amor y cariño al final termina aprendiendo lo que queremos enseñarle, es tan sólo que necesita más tiempo que los demás para interiorizar ciertas cuestiones…y precisa de otras estrategias y recursos que debemos preparar con esmero, si queremos que le resulte fácil acercarse al mundo que pretendemos mostrarle.

Nos ha enseñado que NECESITA APRENDER A HACER ÉL SOLO ALGUNAS COSAS Y NOSOTROS PODEMOS AYUDARLE…PERO...
…QUE DEBEMOS RECORDAR QUE ÉL TAMBIÉN PUEDE AYUDARNOS Y ENSEÑARNOS A NOSOTROS.

Berto es aún muy pequeño…pero seguro que con la estimulación y ayuda que requiere puede algún día mostrarnos la riqueza de su mundo interior, como Birger Sellin, un muchacho autista que no habla, pero se convirtió en escritor, o Donna Williams que cambió su estatus de paciente por la de enseñante y cuya página web podéis visitar si fuera de vuestro interés. Ella relata su vída comenzando con esta frase: “Esta es una historia de dos luchas, una para mantener fuera “el mundo”, y otra para “alcanzarlo”. Me pregunto si realmente es lo que Berto sentirá en su foro interior. Lucha…su lucha personal.

Luchemos nosotros también por abrazar otros mundos…que aún siendo lejanos a los nuestros propios, tienen la misma cabida y merecen la misma consideración.

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