lunes, 8 de junio de 2015

¿HAS HECHO TU PARTE DEL TRABAJO?


Dos semanas de cinco días…para que el timbre del final del pasillo marque el instante en el que las aulas se vacían…hasta septiembre. Han permanecido casi dos centenares de días llenas, han sido muchas horas en las que la actividad escolar se ha desarrollado…con altos y bajos…con alegrías y algunas penas…con conflictos y reconciliaciones…con proyectos nuevos que se han puesto en marcha y carpetazos a otros que no funcionaban…con ilusiones y a veces…frustraciones…con risas y lágrimas…con alborotos y silencios…con situaciones de alta tensiones y otras de relajación…con suspiros y profundas respiraciones…con sus cuatro estaciones…con sus cambios climáticos…todo un curso escolar…una poción de vida…un principio y un final…con intermedios y anuncios publicitarios para acomodarnos a diversas situaciones…y esto se acaba en breve…y se me ocurren tres preguntas al viento, porque es nuestra responsabilidad hacer acto de reflexión...

                    ¿hemos nutrido a cada individuo?
                                        ¿hemos encontrado lo que les hace reaccionar?
                                                            ¿hemos hecho nuestra parte del trabajo?

Y una última cuestión muy importante…¿lo hemos hecho juntos?

Ojalá podamos pensar todos que nos alegramos de haberlo hecho en vez de tener que confesar…”ojalá lo hubiera hecho. Porque si estuvo en nuestras manos y no lo hicimos…al menos deberemos poner atención lo que sucedió. Sólo así podremos sacar lo positivo del éxito y el meollo del fracaso…para que podamos construir oportunidades desde una base de fracasos y errores, transformarlos en alarmas que no dejen de pitar y no se almacenen en un baúl como si no hubieran sucedido. Al fin y al cabo se trata de dejar este mundo un poco mejor de lo que nos lo encontramos…nadie nos pide milagros y sabemos que no podemos hacerlos. Pero como dice Tim Smith, si hemos encendido los fuegos de la imaginación y la ternura de una humanidad compartida…habremos girado al menos la rueda del molino que con su fuerza puede comenzar a iluminar “mundos”…diversos mundos chiquitos y no tan chiquitos que merecen pasar al menos sus horas escolares y domésticas en entornos que les inspiren y les conforten, espacios diseñados para ellos y por ellos. 

Por eso te pregunto si has hecho tu parte…de la misma manera que me lo pregunto a mi misma. Y te invito a preparar una despedida…el cierre…preparar el final. Ese final en el que ellos, nuestros niños…reciben un boletín que resume su progresión escolar, ese final para los padres que serán invitados a reuniones individuales para escuchar y también participar en un diálogo con quien ha liderado de alguna manera…el propio liderazgo de sus hijos, ese final que indicará que ya no tendremos que pelearnos con los niños para que realicen sus tareas escolares y también el final que marca el inicio de las vacaciones…la época estival por la que somos muy envidiados los docentes…la época en la que quizás comience también la preocupación de los progenitores que tienen a sus hijos mucho más tiempo en casa.

Pero volvamos a la despedida. Esa que producirá alivio en algunas almas…por terminar una etapa que ha sido difícil en sus vidas; tristeza en otras…por tener que acabar quizás alguna relación con alguien a quien no se volverá a ver con frecuencia, tristeza por algo que se acaba y ya no volverá; incertidumbre…por no saber lo que se encontrará en la siguiente etapa…por algún posible cambio que se va a producir en el futuro; tranquilidad y confianza…por haber sido capaces de superar un reto más en la vida o…angustia…por no haberlo hecho.

El adios no debe ser solitario…debe ir acompañado de una reflexión, una evaluación profunda de todo el proceso, y una auto evaluación de nuestra práctica... que garantice un nuevo horizonte y un futuro algo más prometedor. Y sigo preguntando…¿por qué no atrevernos a enfrentarnos a las respuestas de quienes han ocupado las aulas y nos han acompañado en la aventura? Podríamos preguntarles y dejar que se expresen.

¿Cómo se habrán sentido respecto a lo que han aprendido, a los vínculos de relación que han ido estableciendo con compañeros y docentes…incluso con sus propios padres en su proceso?

¿Les habrá interesado lo aprendido? ¿Han podido atender y atender(se) ¿Se habrán sentido atendidos? ¿Han conectado? Y respecto a nosotros los adultos…¿Hemos atendido lo que debíamos atender? ¿Nos hemos sentido atendidos? y ¿En qué medida hemos participado en el proceso?

¿Les será útil lo aprendido, les aporta algo para su vida real fuera de las cuatro paredes del aula? ¿Qué hemos aprendido nosotros de ellos como facilitadores o padres?

¿Se sienten capaces? Y nosotros ¿sentimos que somos capaces?

No estaría mal, si pudiéramos responder a todas estas preguntas…o al menos dejar que quien deba hacerlo tenga la libertad de narrar lo que haya sentido…que le sea permitido mostrar sus sensaciones y estados emocionales. Solamente si recogemos un feedback verdadero…podremos mejorar nuestra labor. Sólo si somos honestos y nos auto-revisamos y abrimos el camino para que todos los participantes en este viaje puedan hacerlo…tendremos la información que necesitamos para poder poner un broche de oro a un cierre y un período que ya no volverá a repetirse.

Atrevámonos a abrir un espacio para la crítica con naturalidad, recoger lo que haya gustado y lo que no…sean contenidos o procesos emocionales y relacionales.

Quien escucha y atiende a las emociones y opiniones que se generan a su alrededor…no recogerá única y exclusivamente elementos de mejora, sino que puede ofrecer un modelo de autoridad en la que la crítica puede ser recibida con naturalidad y en la que las opiniones serán respetadas.

Puede que algunas cosas no sucedieran como deseábamos…como suponíamos, ni como teníamos previsto. No importa si podemos darnos cuenta de ello o si dejamos que alguien nos invite a darnos cuenta…Recordar que todos somos compañeros en este camino…en esta caravana escolar…toda una aventura…un trayecto corto…un viaje. Y viajar en definitiva es vivir.





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