lunes, 9 de febrero de 2015

#malosFRÍOS


de aquellos que no aprendieron a amar porque tampoco fueron amados, que carecieron de todo afecto…que no recibieron cariño, ni caricias, ni abrazos,…y repitieron aquella conducta de la que se alimentaron cuando alcanzaron su madurez.  Ellos también fueron expulsados al mundo, vapuleados…se refugiaron en el miedo y se fabricaron un escudo de hierro forjado a base de tambalearse por una vida mezquina, llena de trampas y tintes de indiferencia. Crecieron y se hicieron mayores, y decidieron procrear, quizás con el objetivo inicial de hacerlo mejor, de ser mejores…

Pero no pudieron, ni supieron…nadie les había mostrado con el ejemplo lo que significaba ejercer de madres o padres desde la responsabilidad y... la historia...se volvió a repetir. Es este el relato de una madre que no conoció el calor ni siquiera en su más tierna infancia. Sus hijos sufrieron una especie de abandono casi desde el principio de sus historias en su país de origen, viviendo en la calle,  puede que malviviendo y aprendiendo a sobrevivir…fuera de toda civilización y afecto humano. Pateados, apaleados por la VIDA, esa vida que para ellos no fue un regalo, más bien lo contrario…Caminaban sobre un campo lleno de minas que les obligaba a ir de puntillas.

La madre sujetaba una especie de detonador en sus manos, aplicando lo mismo que había vivido en sus carnes…Aquella maestra amiga mía, compañera de profesión, la conoció cuando trabajaba con uno de sus hijos, aquel que se había quedado en un país lejano, aquel que sería recogido cuando ella pudiera reunir algunos ahorros. El niño de los ojos negros, oscuros y mirada profunda…desafiante..pero suplicando ayuda al mismo tiempo. Sufría de #malosFRÍOS. Vino al mundo y se construyó un personaje desafiante, en constante alerta y contra-atacando sin ser atacado. Portaba siempre su escudo en una de sus manos mientras sujetaba la espada con la otra…espada que no dudaba en utilizar ante peligros que casi siempre existían en su imaginación…pero era lo que había mamado desde pequeño. Grosero, mal hablado y con carácter agresivo…un miedoso de los “brutos", que arremetía contra todo y todos. Era como si no dejara que nadie se acercara a su mundo e intentaba aislarse de cualquier muestra de humanidad. Aquello lo convertía en un ser humano del que todos sus compañeros huían, huraño, desconfiado, verdugo con su mascara de valiente construida a base de amargas derrotas, máscara que sólo una mirada amorosa podría percibir. 


Su maestra intentó quemar todos los cartuchos, para reconducir una conducta inadecuada, con la certeza de que al fin y al cabo estaba delante de una víctima que se había puesto el traje de “tipo duro” porque ya nada tenía que perder. Se lo debía a él y a sus compañeros…aterrorizados, temerosos de sus reacciones, desconcertados porque no habían visto cosa igual…lejos de poder comprender qué era lo que llevaba a una persona a rechazar cualquier tipo de ayuda. Como profesional de la docencia, sabía que tenía que informar a la familia…aunque casi sentía que de poco valía…era para sí misma como si estuviera hablando con una pared…sorda…indiferente…pared que no podía atender el lenguaje emocional porque no lo había vivido en su piel.

Aquella tutora me decía compungida…“te llega el día en que tienes que mirar a la cara a esa madre…no eres portadora de buenas noticias…pero necesitas jugarte la última baza…porque llega un punto en el que la convivencia en el grupo que tutorizas se ha vuelto difícil de gestionar. Intentas quitarte de encima tus prejuicios y mantener la esperanza…de que quizás encuentres la ayuda…esa que precisas para mejorar la vida en el aula…quebrada por la intrusión de la injusticia cometida con un menor"…#malosFRÍOS.

Su relato era estremecedor...

"Te sientas…narras los sucesos intentando ser lo más objetiva posible…pero te cuesta…hablas de un niño…en realidad una víctima de su propia madre…esa persona que se ha sentado en frente para escuchar lo que tienes que contarle. Esto es lo que sucede…"

"Delante mío una madre, bien vestida y arreglada. El motivo de la charla...diseñar estrategias para que aquel niño se adaptara a las exigencias de su nuevo hábitat. Para él había sido un choque, puede que un shock...como si de repente hubiera salido de una isla desierta y muy amplia…y entrara en un armario cerrado…que limitaba sus movimientos. El niño se sentía atacado sin serlo. Esa es a veces la sensación que produce la emoción del miedo. Eso que muchos no terminan de entender. Porque bajo un aspecto valiente, se puede esconder perfectamente un cobarde disfrazado…que siente que el mundo entero está en su contra y se abre paso a trompicones, a empujones, a gritos si hace falta…Sólo un abrazo y un susurro de cariño podría pararlo en seco, una colección de ellos mejor…Pero ella, su madre, no lo entendía así porque tuvo la misma infancia y sin embargo consideraba que había salido al paso indemne. Hablaba de su hijo como si fuera un maltratador  y en realidad…era ella la que capitaneaba un caos desordenado, una desestructuración familiar, un abandono precoz…de sus funciones."

Aquella maestra jamás se había levantado de una reunión de tutoría, jamás había abandonado su posición y sin embargo, aquel día…no lo pudo soportar, yo tampoco hubiera podido.

"Me levante porque no podía seguir escuchando su relato…” narraba con estupor.

Un manotazo a un ordenador en plena discusión por parte de ella,…El ordenador se había caído de la mesa y se había roto. “Así ya no se pelearán más” pensaba aquella madre. “Estoy harta de que se comporten mal entre ellos” “ No los soporto”. Esto fue lo más suave que la maestra escuchó. Balbuceaba que después se caldeó el ambiente y aquella madre, que no era consciente de lo que decía, se atrevió a narrar su estrategia para resolver ciertos conflictos entre aquellos niños. Los ponía en fila, uno al lado del otro, les ordenaba que se juntaran bien juntitos. Empezaba por el de su izquierda y su compañero más próximo. Los sujetaba por la cabeza y las hacía chocar…los de las esquinas se libraban de un golpe…era peor para los del medio…Aquellos recibían por partida doble. “Fíjate que ni aún así no pude obligarlos a que me confesaran quien me había cogido dinero de la cartera” confesaba la mujer. No alcanzaba a calcular la gravedad de los hechos.

Antes de darle la espalda y cerrar la puerta para no tener que seguir escuchando lo que le producía horror y le erizaba la piel...le pidió que no siguiera hablando…que se marchara de allí, que iba a obligarle a poner una denuncia…

Desde entonces no volvió a llamar a aquella madre cada vez que el niño de los ojos negros sacaba a relucir su parte iracunda. Le daba pavor hacerlo, lo exponía demasiado a un ataque desmedido de aquel alma helada…un hielo que ni siquiera el punzón más afilado del mundo podía ya quebrar. Aquel niño tenía pocas probabilidades de librarse del #malFRÍO, sólo  quedaba una baza...diseñar una estrategia que no contemplara la actuación “familiar”. Estrategia que alinearía la COMPASIÓN y la EMPATÍA…el AMOR, la CONTENCIÓN, la COMUNICACIÓN  y el CALOR.



Lo único que pensé después de escuchar su narración, su historia…aquella que había marcado tanto su vida profesional. fue lo afortunados que son los niños que crecen en brazos del afecto. Es precioso mirar a un niño o niña por las noches, observar su rostros, verlo dormir en paz, saber que descansa relajado,…y pienso que…pienso que todos los niños y niñas del mundo deberían correr la misma suerte, deberían ser abrazados por la DEDICACIÓN de sus mayores, SONRISAS, PACIENCIA, APOYO, FUERZA, ILUSIÓN…para lograr que se construyan como seres humanos capaces y felices.

6 comentarios:

  1. ¿Sabes Anaje? Hay maestr@s que dejan huella, lo digo por experiencia, al igual que hay otros que cubren el expediente sin más. Estoy convencido que tú perteneces al primer grupo... Un abrazo

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    1. Frederic...tengo el gran convencimiento de que elegí bien mi profesión, de que soy feliz ejerciendo de maestra y de que espero que mi poso quede en ellos, de que permanezca en sus cabezas como un ser humno que quiso ayudarlos y acompañarlos en su crecimiento personal. Otro abrazo, amigo y muchas gracias por tu mensaje, me halaga y mucho. Feliz día!

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  2. Cuando no existe el calor ni el cariño, forjamos corazones de hielo. Y para mi entender se necesitan maestr@s simplemente dispuestos a romper este corazón de hielo. Maestr@s como tu Anaje. Y me quedo con esta frase: "Sólo un abrazo y un susurro de cariño podría pararlo en seco, una colección de ellos mejor…"

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    1. Muchas gracias Jorge, de corazón. en verdad creo en el poder de los abrazos y las caricias emocionales para poder frenar los impulsos de aquellos que llevan el corazón de hielo. Yo sigo por este camino, no tengo dudas de ello. Que tengas un muy feliz día. Un abrazo.

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  3. Tener sentido del humor, ser humilde, darles importancia a ellos y quitártela a ti mismo, reírte de sus gracias y también hacerles reír con las tuyas, fijarte en lo que te quieren decir, aunque a veces no sepan ni cómo decírtelo y hasta te lo digan mal o guarden silencio. En fin, bombardear es muro gélido con estos misiles de amor. Seguro que, al final, el muro caerá.

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    1. Siempre amor Guzmán, darse cuenta, percibir la emoción y comprenderla, aceptarla, entender por qué se produce y trabajar con el corazón...regalando afectos, sonrisas, caricias y miradas de cariño. Siempre amor para derribar esos muros. Gabon pasa!!

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