Aquella mañana su rostro comunicaba algo diferente a lo habitual. Sus ojos azules no sonreían como lo hacían cada mañana y apretaba los dientes en un intento de no ponerse a llorar desconsoladamente. Sonó el timbre, que daba la "buena noticia de que tocaba ir al patio a jugar". Aproveché que me dio la espalda para poner mi mano en su hombro y preguntarle lo que le pasaba…al mismo tiempo que deseaba transmitirle el mensaje "me tienes aquí".
Laura era muy vital, extremadamente alegre, parecía que iba a comerse el mundo…sin embargo…cualquiera que tuviera el honor de bucear en sus entrañas, iba a conocer a una niña con miedo, mucho miedo…sobre todo pavor a no ser querida, además de una buena ración de rabia e impotencia. Era de las que no se quedaba callada, pero su gracia al decir las cosas conquistaba a cualquiera que tuviera en frente. Alguna vez me había dicho que me proponía el juego de que fuera su "madre" mientras estábamos en clase…y ese mensaje en realidad escondía una súplica. Adoraba a su madre, no cabe duda de ello y sentía pasión por su padre…su rostro se iluminaba cuando hablaba de él. Lamentablemente no podía tenerlos a los dos a la vez. Hacía tiempo que decidieron poner punto y final a una relación que dejó de funcionar…y Laura creció entre idas y venidas…se acostumbró a la situación y aceptó la realidad que la vida le puso delante. Era muy natural cuando hablaba de su situación personal…muy madura para su edad, sus doce años de recorrido por el camino de la vida le habían servido de mucho, aprendió a luchar…puede que además aprendiera a disimular y a mostrarse valerosa cuando en realidad se moría porque alguien la meciera en sus brazos como si fuera un bebé…No porque le faltara el amor de sus padres, sino porque era muy cansino mantener el tipo de que nada pasaba cuando su mundo interior se tambaleaba.
Llegó al abismo más profundo cuando su madre le comunicó que debía marcharse del pueblo a otro lugar, ya que no encontraba un trabajo estable que pudiera aportarle la tranquilidad y seguridad que necesitaba para vivir relajada. Sara, la hermana mayor decidió sin ninguna duda que viajaría con su madre. Era ella quien tenía la custodia y por otra parte, la hermana mayor ya estaba en edad de comenzar el Bachillerato y en realidad no sentía apego por sus amigos ni por el lugar donde había vivido toda una vida. En breve comenzaría sus estudios universitarios, por lo que entendió que no era tan grave tener que prescindir de la compañía de sus amigos. Ya establecería nuevas relaciones allá donde la vida le llevaba. La madre estaba absolutamente segura de que la pequeña de la familia pondría más resistencias al cambio, pero no les quedaba otro remedio que buscar oportunidades en cualquier otro lugar y comenzar casi desde el punto cero. Pero aquella madre no se equivocó con su hija en puertas de entrar en el período adolescente, la conocía muy bien y sabía que no se lo iba a poner muy fácil.
Laura expuso ante su madre que no quería marcharse…es más, le dijo que no pensaba irse. Era una respuesta lógica para una chica en edad de "mis amigos lo son todo". Los problemas crecían para aquella madre que además de tener que abandonar un lugar al que se había acostumbrado, tenía que luchar contra una niña que se oponía en rotundo a cambiar de residencia. Por lo tanto, no podía más que buscar ayuda…pedir al padre a quien alguna vez había amado que la ayudara y que convenciera a Laura de que no le quedaba otra alternativa. Fue entonces cuando constató que tocó la puerta equivocada. Por desgracia, a veces sucede que no existe acuerdo en los criterios y "maneras de hacer" y estas diferencias se incrementan mucho más cuando la pareja se rompe. Aquel padre contribuyó aún más a que Laura fuera más resistente al cambio...a no querer marcharse, ya que le ofrecía quedarse con él…le sugirió sutilmente que ella podía decidir lo que quisiera hacer. Que ya tenía edad para decidir si dónde quería vivir. Y así la dejó, con aquel peso terrible sobre sus espaldas, para que se lo pensara.
En realidad, la niña estaba destrozada, perdida, desorientada. Había tenido que asumir la separación de sus padres desde bien pequeña y ahora sentía que si se marchaba con su madre, perdía el vínculo con el padre y sus amigos…pero si se quedaba con el padre, debía separarse de su madre y de su hermana…a quienes adoraba. De negarse en rotundo a hacer las maletas, pasó a desear que alguien le ordenara lo que tenía que hacer…porque aquella carga le pesaba demasiado. Me lo contó sentada en mi regazo, buscando respuestas a sus preguntas, buscando a un adulto que le protegiera, un adulto que le diera la solución…YO. Pero ¿qué podía decirle yo? ¿Qué debía sugerirle sin dañar los sentimientos de nadie?
Siempre he pensado que lo más difícil en un caso de separación es lograr una COHERENCIA EDUCATIVA. Los hijos deben percibir por su propio bien que tanto la madre como el padre son uno a la hora de educar. Necesitan unas pautas consistentes, el mismo tipo de respuesta sea cual sea el adulto que tiene delante, ya que al percibir pautas contradictorias se sienten desconcertados. No obstante, en muchos casos se juega a competir, cuál de los dos miembros de la ex pareja es "mejor" y más benévolo. Así uno gana y el otro…pierde. Pero, quien es derrotado en realidad es el hijo. Si bien cuando la pareja vive bajo el mismo techo, las discrepancias y desacuerdos existen…cuando se da la ruptura estos se acentúan, siendo una fuente de tensión que afecta a todos, sobretodo a los hijos.
Todos los niños precisan de padres y madres que si bien nunca serán perfectos, ya que la perfección no existe, sí que pueden ser modelos de conducta adecuados. Seguro que nos sabemos todos la teoría pero la práctica cuesta un poco más en casos de progenitores alejados.
Puede que os parezca que me dejo algo en el tintero en esta lista que a continuación os dejo, pero en mi opinión los hijos de padres y madres divorciados o separados necesitan padres y madres...
- Dialogantes y afectuosos…pero FIRMES EN SUS DECISIONES.
- Capaces de separar sus propios conflictos de las relaciones con sus hijos.
- Respetuosos, sin inhibiciones ni usurpaciones o descalificaciones al otro miembro parental.
- Responsables y civilizados…que traten de ser justos consigo mismos y con los demás, buscando lo mejor para todos.
- Maduros, flexibles y generosos, que animen a los hijos a relacionarse con el otro progenitor olvidándose de sus propios intereses. Que los padres se separen no quiere decir que los hijos deban privarse de la relación con ninguno de sus progenitores, ya que los niños siguen queriendo a los dos.
- Fuertes y optimistas, sin dar lástima a los niños cuando estos se van con el otro, sin despedidas dramáticas. Debemos amarlos pero también debemos permitir que el otro los ame.
- Adultos en el sentido más amplio de la palabra, que no utilicen a los niños como mensajeros. Las cosas entre adultos…entre adultos deben ser tratadas.
- Personas ante todo que se cuiden y busquen estar bien, sin que sus hijos sean su único centro. Antes que padres o madres somos personas.
Desafortunadamente no siempre es así, y en algunos casos los niños están en mitad de una guerra sin sentido, que daña a todos los implicados en ella. Lo más grave es que a veces los niños escuchan y observan mucho más de lo que los adultos se creen y son conocedores de las cosas que suceden. Hay una frase dónde un padre le dice a su hijo que tenga cuidado con lo que hace. El hijo le responde que tenga mucho cuidado él, ya que el niño sigue sus pasos. Y es cierto que nos siguen el rastro. Cuando las cosas entre una pareja no funcionan, seguramente la mejor solución es romper, por mucho que los hijos deseen que sus padres estén juntos. Pero hasta romper puede hacerse bien, sin cortar a nadie para que se desangre.
Volviendo a conectar con mi querida Laura, os diré que se quedó con su padre…al año siguiente se fue con su madre…arrepentida de haberse alejado de ella y de su hermana. Después volvió otra vez a la casa paterna…ha vivido una vida entre equipajes, de idas y vueltas. Quizás sea feliz así o puede que esta experiencia la haya marcado por siempre y sea una persona llena de inseguridades. Le tocó crecer demasiado pronto, le tocó madurar mucho antes que sus amigos. Seguro que también le tocó aprender y madurar.
Ultimamente la veo acompañada de un chico, su sonrisa sigue dibujada en su rostro y sus ojos azules brillan…parece que está contenta y ha sabido adaptarse a las circunstancias. Me siento orgullosa de aquella pequeña que sentada en mi regazo me abrazaba y lloraba desconsolada. Es una de las personas que más ternura ha provocado en mi, aún cuando ya es una mujer, cada vez que la veo me inspira un cariño muy especial.
Dicen que todos los caminos conducen a ROMA, pienso que con los niños todo me conduce al AMOR, que tiene las mismas letras. Amarlos, mostrar que los amamos y decírselo siempre es una de las medicinas que lo cura todo.
Laura entenderá algún día el por qué de este ir y venir, estoy segura, feliz tarde Anaje, abrazos!!!!
ResponderEliminarSeguro que sí Mónica, a pesar de que le haya resultado difícil ser diferente...ya lo habrá entendido y quizás en su etapa adulta sus aprendizajes le enriquecerán mucho como persona. ¡Un abrazo eterno mi querida Mónica!
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