lunes, 13 de abril de 2015

Plan VErdad


Ha pasado ya mucho tiempo desde entonces, pero no me olvido de aquel viernes tarde. Faltaban cinco minutos para terminar la clase y marcharnos de fin de semana. En realidad cometí un error…dejé la llave en la cerradura puesta por dentro. Alguien aprovechó para cerrar la puerta con llave y esconderla…y cuando fui a abrir la puerta para comenzar a salir del aula…no podía hacerlo. "Venga chicos…se acabó la broma" dije…"Quién tenga la llave que la saque y abra la puerta que tenemos que marcharnos". Pensaron que estaba bromeando. La cuestión es que nadie se inmutó al principio, hasta que el tiempo transcurrió y veían mi cara de susto. No les reñí, ni les amenacé con quedarse castigados…simplemente rogué a quien tuvo la idea de encerrarnos que devolviera la llave a la cerradura para que pudiéramos salir. Pero nadie sacó ninguna llave…tuvieron que venir desde fuera para abrirnos la puerta. Por la noche…recibí una llamada en casa. Era una madre muy disgustada…que había encontrado la llave en la mochila de su hijo.  Resultado…un niño asustado y una madre compungida asegurando que su hijo no había sido. Por supuesto que no había sido él…yo ya tenía mis sospechas de quien estaba detrás de aquello, pero no tenía pruebas. Sin evidencias no puede haber una acusación, aunque el olfato nos lleve a saber quien ha podido ser. El siguiente lunes, todo apuntaba a que mi sospechoso había sido ciertamente el causante de semejante revuelo. Me lo confesó con la cara…pero no con su boca. Levantaba sus cejas mostrando una expresión de sorpresa…pero sonreía ligeramente…dejando al descubierto que algo ocultaba. Lo negó todo, hasta las acusaciones de algunos compañeros que lo habían visto. Entonces…te preguntas por qué, qué es lo que lleva a un niño a involucrar a otro en su mentira. Jon tenía que mantener su estatus…lo llamaban "Jon el malo" desde que tenía cuatro años y tenía que superarse cada día para conservar su rol cuando en realidad el corazón no le cabía en el pecho. Pero aquella vez se había pasado, ya que había herido a un compañero.

Eso es en realidad lo peor de la mentira, cuando se perjudica a un tercero directamente, a pesar de que es el propio mentiroso quien es la víctima real. Quizás Jon deseaba sólo LLAMAR LA ATENCIÓN y el asunto se le fue de las manos. Muchos niños buscan…fascinar y deslumbrar con su "mentira" que en realidad es su propia "fantasía". Un niño de la Etapa Infantil puede contar que tiene cien coches de carreras en su casa aunque no los tenga…para asombrar a su compañero…y otro puede asegurar que su madre tiene un bebé en su vientre…para dejar boquiabierto a su vecino de mesa, lo cierto es que a esas edades…lo único que persiguen los niños es la admiración y aprobación de los demás…el aplauso del público. Esta es la llamada MENTIRA DE VANIDAD. El problema en realidad, era que Jon ya había superado la Etapa Infantil y estaba terminando la Primaria…por eso…porque observé su falta de madurez…senti compasión por él...me negué a ver maldad en los hechos y creo que no me equivoqué, a pesar de que le quedara pendiente no sólo reconocer su error, sino repararlo…ya que había ensuciado la reputación de su amigo. Y no era la primera vez que mentía, sí la primera en la que involucraba directamente a un tercero en sus fechorías.

Otra de las batallitas que esta vez me dejó a mi absolutamente "fuera de juego" por unos instantes, fue ver cómo se reía un padre ante la falsificación de un resultado de un examen de su hijo. El padre me contó que había prometido regalarle al niño de nueve años un patinete si superaba todos los controles. El hecho es que el cero que sacó en Ciencias Sociales se lo puso muy fácil al niño…solamente tenía que añadir el número uno por delante. El padre relataba como el año anterior su hijo había falsificado una firma en su agenda escolar. Parecía fascinado por la habilidad de su hijo, la verdad es que le resultaba gracioso. Esto es lo que se llama DISTORSIONAR LA REALIDAD PARA OBTENER UN BENEFICIO. Si el patinete esperaba a aquel niño a la vuelta de la esquina…era capaz de hacer cualquier cosa por alcanzarlo. Observo dos errores importantes; por un lado prometer beneficios materiales para motivarle a estudiar y… por el otro reirse de sus mentiras. Es un camino mal trazado para un menor...que si no se endereza corre peligro de…bueno, ya sabes…de convertirse en un mentiroso compulsivo con el fin de lograr sus objetivos. 

Pero lo que más pena me dio sin duda, fue cuando el personal de limpieza encontró las notas de Aitor en una de las papeleras del colegio. Fijaros si podía haber basuras fuera de la escuela…¡qué poca malicia tuvo aquel niño!…y ¡qué miedo le daba llegar a casa con unos resultados bastante mediocres. Esta es la MENTIRA DE COBARDÍA… Seguramente motivada por un EXCESO DE EXIGENCIA, FRUSTRACIÓN Y MIEDO. Vale más ponerse rojo una vez que veinte veces amarillo, pero Aitor estaba bloqueado por el miedo.

También me da mucha lástima cuando los niños mienten por IMITACIÓN. Sí..sí..imitan a los adultos que mienten...ante preguntas difíciles de responder por ejemplo, o promesas que no se pueden cumplir. Los niños…ellos sienten que les hemos mentido, si no hay alguna argumentación poderosa para sostener que lo prometido no se puede cumplir. Los adultos también mienten ante sus hijos…¿te suena haberle dicho a tu hijo que responda a una llamada de teléfono diciendo que no estás?

La mentira también tiene su parte fascinante ya que...quien miente tiene que pensar en lo que realmente pasó…guardárselo y no contarlo y además inventarse una historia alternativa…requiere buena memoria, ya que el que miente debe recordar lo que dijo con exactitud para no "meter la pata". Tal como asegura Angela Evans, psicóloga de la Universidad de Brock, puede ser que los niños que mienten presenten incluso habilidades cognitivas avanzadas. Puede que estemos hablando de creatividad y una gran habilidad para soportar el estrés por tener que mantener una mentira. No es que quiera hacer de abogado del diablo, pero a todo hay que buscarle su punto positivo. Los niños que tienen tendencia a mentir deben ser observados para evitar que sean adultos mentirosos, que los hay y muchos…porque...¿quien no ha dicho nunca una mentirijilla?  Quizás no sea tan terrible si es algo puntual…la dósis es lo que importa…la cantidad…y el por qué, un porqué relacionado siempre a la emoción llamada MIEDO…

…a no destacar o ser tenido en cuenta…a no obtener lo que se desea…a ser rechazado…a herir sentimientos si se dice la verdad, por lo que preferimos decir una "mentira piadosa".

El niño puede ser mentiroso en la misma medida en que transforma la realidad y fantasea con lo que quisiera tener. Puede que incluso confunda estas fantasías con realidades. Un adolescente es mentiroso en la medida en que su encuentro con el mundo real, cause frustraciones. El joven puede ser mentiroso si no se siente capaz de confrontar las verdades que le resultan adversas. El adulto puede mentir cuando siente que no ha logrado superar los obstáculos que le ha puesto la vida y necesita sentirse el triunfador que nunca ha sido, por lo tanto su estrategia para encarar la vida es el engaño. El anciano puede ser mentiroso si no se perdona los errores que ha cometido en su vida.

En todo caso, la primera vez que aparece la mentira en escena, tampoco tiene que hacerse un drama. Habrá que analizar por qué ha sucedido. Debemos observar si el niño que miente lo hace con intención, si se trata de omisión de la verdad para responder al dicho "ojos que no ven corazón que no siente", si hay niveles de ansiedad por temor a algo o alguien. Al fin y al cabo, la mentira es un "falso mecanismo de defensa" que termina atrapándonos en sus redes. Pero a veces, protege nuestra propia estima, nuestro deseo de ser aceptados, protege nuestra intimidad y nos ayuda a obtener lo que deseamos aunque no nos deje afrontar la realidad, sea un mal hábito, y un muro que no permite que los demás confien en nosotros, ya que la confianza se gana con un trabajo bien hecho y con el cumplimiento de nuestras obligaciones. Al fin y al cabo, la mentira nos esclaviza y la verdad nos hace libres y sanos emocionalmente. 

Ante una mentira, yo subrayaría algunas pautas a tener en cuenta.

El niño necesita conocer que mentir no es positivo. Se trata de una conducta inadecuada y puede tener efectos sobre los demás…y atraer ciertas consecuencias que no se han tenido en cuenta antes del embuste. Podríamos utilizar cuentos y dialogar con los niños sobre la diferencia entre la verdad y la mentira.
Los castigos deben ser adecuados a cada falta. Si son demasiado severos, la tentación de no decir la verdad para evitarlos será mayor. La mentira es desdeñable, pero pesa mucho, y el peso de la culpa ya es un castigo en sí.
Debemos reforzar la confianza de los niños en sí mismos para que no tengan que mentir con el objetivo de que los demás los aprueben.
No podemos mentirles ni prometerles lo que sabemos que no se puede cumplir. Deberíamos enseñarles que pueden decir la verdad siempre…aunque haya personas que confundan la realidad con los malos modales.
Sería perfecto si pudiéramos darles la oportunidad de ser sinceros, y reforzar la valentía que muestran al decir la verdad, aunque tengan que pagar su error con una consecuencia. Se amonesta el hecho pero se premia la sinceridad.
No debemos bajo ningún concepto reírnos ni admirar nunca las mentiras del niño, aunque parezcan graciosas. Los pequeños no deben apreciar ningún tipo de reconocimiento ante un embuste.
Es nuestra obligación dar ejemplo como padres y adultos siendo sinceros. Es mejor responder un "déjame que lo piense" ante una pregunta compleja que mentir para salir del paso.

Me vas a permitir que te cuente el experimento que hizo Angela Evans y si quieres te invito a que respondas a las preguntas finales. Evans escogió a varios niños de entre dos y cinco años. Les vendó los ojos y los sentó ante una mesa, pidiéndoles que adivinaran qué juguete tenían en frente, escuchando el sonido que emitía. En un momento, el adulto abandonaba la habitación señalando al niño que no se quitara la venda de los ojos y no hiciera trampa. A su vuelta la pregunta era…"No te habrás quitado la venda de los ojos, ¿verdad?"

Mi pregunta para ti es...
Y tú... ¿te quitarías la venda? y en caso de hacerlo...

¿lo confesarías?

2 comentarios:

  1. Lo mas grave de este tema es que hay muchos refuerzos en casa, en el entorno y posteriormente se vuelve parte del diario vivir, potenciandose a nivel macrosocial. Yo te diria que no me quitria la venda de los ojos y que en caso de hacerlo, te lo confesaria, pero... ¿me dejaria el miedo a la sancion del maestro? ¿dejaria que los demas me llamen "tonto" por no saber ""burlar" el sistema?... se complejiza

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    1. En verdad Mario te digo que comparto lo que expresas, que lo que nos rodea es un mundo plagadito de engaños y mentiras. El hecho es que yo decidí mirar menos al mundo y más en mi interior...y procurar vivir en base a los valores que creo que son fundamentales en la vida...la justicia humana, la verdad, la bondad, el amor...son para practicarlos desde uno mismo. Pero pienso como tú, que es bastante complejo. Demos nosotros un buen ejemplo de conducta, a ver qué pasa. ¡Saludos!

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