Sinceramente…me siento muy agradecida de tener una familia materna que es la monda. Cada vez que nos reunimos en torno a una mesa el sentido del humor se huele en el ambiente…Algunos de los componentes de la familia, son capaces de hacerse con los instrumentos musicales de una orquesta en una boda y conseguir que nos riamos a carcajadas…o disfrazarse y montar un show que no tiene desperdicio. Verdaderamente es algo que he heredado…el sentido del humor y alegría de vivir. Somos de sonrisa fácil…y esto no va reñido ni con la disciplina, ni con las normas, ni con la seriedad cuando la situación lo requiere…pero nos gusta mover la mandíbula…tanto para comer como para partirnos de la risa.
Hablando de risas…me reí mucho cuando leí el libro de Victor Küppers, “Vivir la vida con sentido” y me permito copiar un extracto de su libro, escogido del capítulo que lleva por nombre SENTIDO DEL HUMOR. Ahí va:
“La jirafa van con jirafas, el cerdo va con cerdos, el merluzo con merluzos, el cenizo va con cenizos y las personas alegres y entusiastas con personas alegres y entusiastas”.
¿Con qué clase de personas nos gusta estar? ¿Con que clase de personas les gusta estar a nuestros niños? Es obvio que tendemos a huir de las caras amargas y nos atrae mucho más una persona risueña y con buen humor…eso que tanto necesitamos en la sociedad actual.
Según Edward Dunkelblau, presidente de la asociación Americana de Humor terapéutico, hay investigaciones que muestran que los niños ríen más de doscientas veces al día. Los adultos, sin embargo, ríen una media de quince veces diarias. Si los cálculos no fallan, al convertirnos en adultos ya hemos perdido 185 risas por día. Me parece que es una pérdida lamentable. ¿Qué es lo que ha pasado con ellas? ¿A dónde fueron a parar?
El hecho es que todos somos conscientes de que cuando nos morimos de la risa y nos duelen todos los músculos al no poder parar de reír…experimentamos una sensación de relax y confort que no se puede describir en palabras…es como si pudiéramos vaciar todas nuestras tensiones en un momento breve pero muy intenso. Por lo tanto, el estrés desciende y nuestra capacidad de tomar decisiones sensatas y resolver conflictos mejora. De hecho, nuestro ritmo cardíaco se acelera, nuestro sistema inmunológico se activa, se bombean hormonas que nos hacen estar más alerta y el oxígeno asciende al cerebro…así que todo esto nos ayuda a pensar con un poco más de agudeza y de ver las cosas con mayor claridad. Me vais a decir si no merece la pena reirse un poco más...de lo que habitualmente lo hacemos…si no es importante que llenemos nuestros hogares y aulas de alegría. Las personas que ríen juntas comparten algo mucho más que carcajadas. Compartir la alegría es multiplicarla y la alegría es como la miel de la vida…saborear su dulzor es como tomar un medicamento para que no se nos arrugue el alma a pesar de que corramos serio peligro de que se nos arrugue el rostro. ¿Qué preferimos que pliegue…el rostro o el alma?
Cuando los niños son pequeños, el humor está conectado especialmente con los momentos de juegos y la actividad física que desarrollan a lo largo del día. Para ellos es fuente de risas el “hacer tonterías”, “poner muecas”, las caídas y las exageraciones…entre otras cosas. Les encanta que los mayores también hagamos alguna “bobada" para que podamos reírnos juntos. Les place que nos tiremos al suelo…que hagamos ademán de atraparlos o que imitemos voces extrañas y emitamos sonidos graciosos…Deberíamos hacerlo con más frecuencia y alegrar nuestras aulas y hogares para así alegrar un poco más nuestras vidas.
Ya en la etapa primaria, los acertijos, los chistes son lo más utilizado por los niños para obtener momentos llenos de risas. Hay algunos chistes malísimos para nosotros que provocan carcajadas en los niños. También les resultan graciosas las caídas…en especial las de los demás…aunque se debe tener cuidado cuando esto sucede y hacer hincapié en que antes de reírse de alguien que se ha quedado patas arriba en el suelo habría que preguntarle si se ha hecho daño. Imaginad lo que se pueden reír si cae algún maestro o algún adulto. Se parten de la risa.
En la secundaria termina ese humor infantil o por lo menos se disipa y aunque a los niños todavía les guste hacer tonterías, hay veces en que se ven forzados a hacerlas para captar la atención de los demás y esto hace que se pierda la naturalidad. Parece que en esta etapa empiezan a tomar protagonismo otro tipo de historias…o incluso comentarios despreciativos hacia los demás para poder reír. Si bien es cierto que mofarse de los demás es una práctica insana, hay que entender que a estas edades se están construyendo como personas y a medida que se van sintiendo mejor consigo mismos y más aceptados en el grupo…los comentarios despreciativos van decreciendo...aunque siempre deberíamos estar atentos al hecho de que reirse de los demás no sea un hábito para nuestros adolescentes, que se convierta en una práctica perjudicial para ellos y los que los rodean.
Ya os explico al principio del texto las pocas ocasiones en las que nos reímos cuando llegamos a la etapa adulta. Por eso necesitamos pensar cuántas “oportunidades para el humor” nos brindamos cada día, ya que estos aportes diarios de humor…son como unas vitaminas para el alma. Ya sabemos que no todos los días podemos estar pletóricos y que cada día es distinto para cada uno de nosotros, pero tanto nuestros hijos como nuestros alumnos agradecen que tendamos al humor y al optimismo, ya que además el estado de ánimo alegre colabora a que el aprendizaje en el amplio sentido de la palabra sea mucho mejor. Nuestro comodín es el optimismo…porque si bien no podemos convertir lo difícil en fácil…podremos al menos conseguir que parezca fácil. Pero sigamos con el sentido del humor.
Siempre es bueno buscar momentos para ver cosas divertidas en familia o en el aula. Tener sentido del humor no es ser chistoso ni tampoco burlarse de los otros para provocar la risa. El sentido del humor es sacar chispa a las cosas que nos suceden, a las cosas que ocurren en tu vida. El sentido del humor es necesario en la vida familiar tanto como la disciplina, la educación o los valores. Las relaciones entre padres e hijos que permiten y dedican tiempo a las diversiones, el buen humor y la risa son más sanas, menos tensas y más cordiales. A lo largo del día tenemos muchas oportunidades de vivir nuestra relación con los niños de forma alegre y divertida, pero hemos de ser capaces de reconocerlos y de vivirlos sin miedo a que las normas o la disciplina se vean afectadas.
La risa y el humor (así como el lenguaje) son conductas o expresiones exclusivas del ser humano. ¿Por qué no utilizarlas para nuestro propio bienestar?
Por eso, se me ocurren algunas actividades que podríamos hacer tanto en nuestros hogares como en las aulas…guerra de cosquillas, batalla de almohadas, jugar al escondite, esperar a que alguien llegue escondidos en algún lugar y darle un susto, ver películas cómicas, contar chistes, contar anécdotas de la infancia, hacer preguntas absurdas, vestirnos con alguna prenda puesta del revés...
¿Se os ocurre alguna más? ¿Os atrevéis a intentar ser divertidos? ¿Recuerdas cuál fue la última vez que te reíste tanto que casi lloras? Yo sí que lo recuerdo, así como atesoro momentos familiares en los que la risa ha sido la gran protagonista.
Recordad una frase de Martha Stevenson que a mi me encanta, y dice que...
…"Una sonrisa es una semilla que crece en el corazón y florece en los labios".
Me ha encantado y pienso que el humor y la risa es la mejor terapia y medicina, al igual que los abrazos y las sonrisas. Lo que siento es que demasiadas veces me he encontrado con gente que ridiculiza y se burla de las personas y sus debilidades para provocar la risa de otros. Y por falta de educación y valores se ríen algunos con ella sin darse cuenta del daño que provocan a la persona de la cual se mofan sin sentido. Tanto lo he visto en adultos (los adultos para mí ya no tienen solución) como en niños y los niños a veces pueden resultar de lo más crueles. Por eso pienso que aportar una risa sana en la educación debe de formar parte de la misma. Y tal vez un ejercicio a realizar sería preparar a los niños para cuando se encuentren siendo víctimas de una mofa indiscriminada y sin sentido por parte de otros no les afecte en su bien estar emocional. Lo difícil y la cuestión es como realizar el ejercicio sin dañar su autoestima. Tal vez sea que cuando sean motivo de burla para provocar la risa de otros, sean ellos los primeros en reírse. Más cuando los demás ven que ni te molesta ni te ofendes dejan de realizar éstas prácticas de un humor ofensivo y maleducado.
ResponderEliminarCierto todo lo que dices Jorge. La clave está en hacer caso omiso de las burlas. Sin embargo, esto cuesta mucho...si ya les cuesta a los adultos, no digamos lo que les puede costar a los niños. Seguiremos en el intento de educar para que esto no suceda y con la esperanza de que podamos dotar a los niños de herramientas que les permitan salir fortalecidos de este tipo de situaciones. Gracias por tu aportación amigo.
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