lunes, 22 de junio de 2015

Calma el Alma


Habrá que morir alguna vez…pero mientras tanto debemos vivir. Si tuviéramos siempre presente que tenemos una sola oportunidad de hacerlo, quizás podríamos darnos cuenta de que…lo verdaderamente importante es saber en cada momento qué es lo verdaderamente importante. A veces se nos olvida y nos dejamos ahogar en un vaso de agua, dando relevancia a cosas que pensando en frío, no son prioritarias. Pero para eso debemos detenernos, buscar tiempo para comunicarnos con nosotros mismos y con los demás, reflexionar y atendernos, planear, ordenar…sin perdernos de vista…con calma…quietud y serenidad.

"La vida es como un viaje por la mar:
hay días de calma y días de borrasca;
lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco. 
Jacinto Benavente

No hay peor mal que la ignorancia…la inconsciencia de lo que sucede en nuestro interior y a nuestro alrededor, no hay nada más importante que dirigir nuestra vida, establecer un rumbo y seguirlo…dejar de ser jinetes que se montan en sus caballos…para llegar a ser caballeros que controlan al corcel. Manejar nuestras emociones con sabiduría es ser EMOCIONALMENTE INTELIGENTES…se trata de trabajar con nuestras emociones de manera no sólo inteligente sino constructiva, positiva y creativa. Regular nuestros impulsos emocionales y de conducta es una de las claves para ser triunfadores en la vida, como seres humanos. Sólo así podremos dar un buen ejemplo a nuestros niños y cumplir en definitiva con nuestra responsabilidad.

Soy consciente de que todos nos sabemos la teoría…pero que nos cuesta practicarla…que hablamos fácil…pero que contar hasta diez o hasta cincuenta en situaciones de estrés es un reto que realmente nos cuesta superar. Y de estrés sabemos bastante, ya que vivimos con el tiempo medido…ajustado y adorando lo que llamamos prisa. No obstante no dejo de pensar que algo que es insano no puede ser bello…el corpiño que nos impide respirar no puede gustarnos tanto, porque perjudica nuestra salud y si no estamos bien tampoco lo estarán los que nos rodean. Muchas veces hablamos de avanzar…de ir lejos cuando puede que avanzar sea en realidad realizar un viaje muy cerca…a nuestro interior, para poder controlar nuestro cuerpo, emociones y mente. La falta de calma nos impide mantener ese control tan necesario para nuestras almas.

Nos pasamos el curso escolar reflejando prisa en nuestro rostro, nuestra postura corporal y nuestras palabras…desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Creo que si nos grabaran con una cámara cada día y nos dieran la oportunidad de ver las grabaciones al final de la semana, podríamos observar que funcionamos como máquinas programadas, que lo tenemos todo medido y cualquier imprevisto no planificado nos saca de quicio. 

El día comienza con prisa…salir de casa para ir al colegio suele ser muchas veces toda una aventura llena de alta tensión. Algunas de las palabras y expresiones más sonadas en muchos de los hogares suelen ser “venga”…”deprisa”…”que no llegamos”…”corre”. Si el niño no termina su desayuno a tiempo nuestro volcán interior puede comenzar a expulsar lava incandescente que precede a una tormenta difícil de controlar. Y si el niño nos dice que no se encuentra bien, que le duele la cabeza o le ponemos el termómetro que nos indica que su temperatura es elevada…podemos llegar a vernos desbordados. ¿Qué hacemos con él? ¿Con quien lo dejamos? No podemos faltar al trabajo, y menos con los tiempos que corren. Así que le damos un poco de ibuprofeno y maquillamos su malestar para que no se le note. El caso es que salimos de casa con los pelos de punta…lo dejamos en la escuela y ya llegamos al trabajo con “la lengua fuera". Cruzamos los dedos para que no nos llame la maestra rogándonos educadamente que vayamos a recoger al niño al colegio, y puede que hasta silenciemos el móvil para no escuchar la llamada. Eso...si los niños son pequeños. Si tenemos niños un poco mayores nos podemos encontrar además con algunos escollos relacionados a las tareas que les mandan en la escuela. Llegamos a casa agotados después de un día en el que nos hemos dejado la piel y tenemos que afrontar el hecho de que al niño se le haya olvidado el libro en la escuela y se ponga a llorar desconsoladamente…o que nos diga que no entiende lo que tiene que hacer…o peor aún…que no tenga ganas de hacer la tarea e intente por todos los medios escaparse de hacerla. Nos toca lidiar con el problema…que termina en una discusión…y añade una carga adicional a la mochila que ya lleva mucho peso. En el preciso instante en que vigilamos al niño para que estudie y cumpla con sus responsabilidades, debemos tener la casa controlada…preparar la cena y quizás la comida del día siguiente. Parece que tuviéramos que hacerlo todo y lo que es peor, hacerlo todo al mismo tiempo…una receta perfecta para el estrés y la confusión. Y cuando llega la hora mágica de acostar a los niños que siguen llenos de energía mientras nosotros arrastramos los pies, volvemos a vivir un momento tenso, ya que no vemos el instante de despedirlos hasta el día siguiente en el que volveremos a la carga. Todavía acostados nos piden que les contemos un cuento o quizás nos quieran contar alguna vivencia que ellos consideran importante…En el mejor de los casos aprovechamos la ocasión para estar un ratito con ellos relajados…pero miramos de reojo el reloj…deben dormirse para descansar las horas pertinentes ya que al día siguiente todo volverá a comenzar y seguramente volverá a dominarnos nuestra compañera…la prisa.

Los niños a su vez nos cuentan algunas veces...que se les pasa el tiempo muy deprisa…y no es de extrañar que así suceda. Sinceramente me preocupa pensarlo, creo que es una mala señal. Yo no tengo el recuerdo de que mi infancia pasara tan “deprisa". Si ya desde niños viven una vida vertiginosa…¿qué sucederá cuando se conviertan en adultos? Porque todos sabemos que cuanto más mayores nos hacemos…antes transcurre el tiempo o esa es la sensación que tenemos. Los niños terminan el año escolar extenuados, agotados de tanto correr y curiosamente sus vacaciones son un problema para los adultos, ya que debemos gestionar sus tiempos y los nuestros de manera que esté todo en orden. En el período estival...llegan las costosas colonias de verano, las clases particulares y horas de academia para los que necesitan un refuerzo o algún viaje al extranjero para practicar algún idioma. La falta de sincronización entre sus horarios y los de los adultos es un problema que se debe abordar cada mes de junio y julio…puede que en algunos casos también en agosto...hasta que son un poco mayores y pueden quedarse solos. Sus vacaciones son un martirio que golpea nuestras puertas cada año. Estáis en ello ¿verdad? Ya los tenéis en casa sin colegio y seguramente muchos de vosotros habréis tenido que hacer cábalas para tenerlo todo organizado. Para algunas de las familias es la peor época del año…la más difícil de afrontar. Seguimos dejándonos dominar por la prisa…y continuamos contagiándola sin remedio. ¡Qué difícil es conciliar la vida laboral con la vida familiar!

Aún cuando llegan las vacaciones para todos hay días en los que se vive deprisa…Hemos estado siguiendo un patrón de vida durante un tiempo determinado…y cuesta desconectar hasta cuando podemos permitirnos el lujo de desprendernos del reloj. El primer día sin trabajo arrancamos el coche…tenemos una hora de salida y una de llegada…no podemos desperdiciar ni siquiera un minuto de nuestro tiempo vacacional y a veces llegamos a nuestro destino cargados de malas vibraciones. 

Así van pasando los años…en un estado de exceso de ruido y luz…en el que es complicado detenerse, pero absolutamente necesario. Dejamos que la misma vida nos atropelle…y tan sólo deberíamos de tratar de actuar de forma que podamos hacer hincapié en la importancia de los sentimientos para que nos ayude a nosotros y a nuestro niños a manejar toda una gama de emociones con un grado de AUTOCONTROL. Cuando las cosas nos desbordan sabemos que es necesario reducir la velocidad…pero la inercia nos lleva a acelerar y a perder la calma…y a que los niños la pierdan. No surtirá efecto que les digamos que se relajen si nuestra expresión facial indica que nosotros no podemos hacerlo. Nadie puede hacer que nadie se calme, sólo puede hacerlo uno mismo. ¿Es posible?

Sí que es posible. La buena noticia es que todos podemos controlar nuestra propia perturbación si nos detenemos y pensamos antes de actuar. Parar y echar un vistazo alrededor…observar nuestra postura corporal…cómo dirigimos nuestra mirada…qué es lo que hemos dicho o estamos a punto de decir y con qué tono lo hemos expresado, qué emoción sentimos en un momento determinado. Tenemos suficientes datos para poder darnos cuenta en qué momento hemos perdido esa calma y seguro que no nos gusta porque no nos beneficia…por eso queremos recuperarla…y mantenerla. Repetirnos a nosotros mismos “mantén la calma”, en voz baja o alta, al mismo tiempo que respiramos profundamente...resulta de ayuda. No hablo ni siquiera de pensamientos positivos, sino de PENSAMIENTOS CLAROS...que permitan distinguir entre lo que es beneficioso para nosotros y lo que no lo es tanto. Y si no…basta con recordar cómo se nos queda el cuerpo después de un colapso por dejar que la ansiedad nos embargue. Atraer lo que nos hace bien es la llave al bienestar. Cuidemos de nosotros lo más que podamos, al menos nada perderemos por intentarlo. Cerrar los ojos y viajar a orillas de ese lago que todos tenéis en vuestro interior…obsequiar vuestras almas con un poco de calma.


"Un hombre no trata de verse en el agua que corre, sino en el agua tranquila, porque solamente lo que en sí es tranquilo puede dar tranquilidad a otros". Confucio

4 comentarios:

  1. Con calma he leído y me he detenido para alimentar mi alma y corazón. Eres luz, eres alma y sin ruido encuentro en tus palabras escritas un gran mensaje de educación. Gracias por estar y aportar siempre!!!

    "Así van pasando los años…en un estado de exceso de ruido y luz…en el que es complicado detenerse, pero absolutamente necesario."

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    1. Jorge, muchas gracias de verdad por dedicarme tu tiempo. Las palabras que me dedicas son muy emotivas, realmente te lo agradezco de corazón...pero tú también eres luz, te lo puedo asegurar. Gracias a ti también por tu compañía. Ahora toca detenerse un poco. Te mando un abrazo grande grande!

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  2. ¡¡Gracias Anaje por compartir!! Haces real nuestro deseo de vivir más despacio, de vivir conscientes...

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    1. Dios mío Rosa! Esto que me dices es de lo más bonito que he leído últimamente...realmente me has emocionado. Gracias a ti por dedicar un poco de tu tiempo a leerme y unirte al club de los que deseamos por lo menos darnos cuenta, ser conscientes e intentar hacerlo un poco mejor. Un abrazo...pero de esos muy apretados! ¡Muy feliz noche!

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